MI ÁRBOL DE NAVIDAD

               Este mes de diciembre fui a una jardinería con mis padres y me dijeron:

- Sara, elige el abeto que más te guste.

               Todos eran iguales: altos, robustos y de un hermoso color verde. Pero el último de la segunda fila era mas pequeño, débil y muy seco. Era el único diferente a los demás y por eso me llamó la atención. Grité:

- ¡ Quiero el último de la segunda fila !

                Cuando llegamos a casa, lo planté en una maceta, lo regué, lo aboné y lo coloqué en un lugar donde tuviera claridad y calor. Lo adorné con unas bolas de Navidad doradas, espumillón rojo y una estrella de colores en la punta.

                     Mi hermana dijo:

- Pierdes el tiempo, por mucho que lo adornes sigue siendo un abetucho seco.

     Al día siguiente, cuando nos despertamos fuimos a ver el abeto. Había crecido y tenía un verde brillante en todas sus hojas. Parecía el árbol más hermoso del mundo.

             Esas Navidades tuve muchos regalos, pero el que más me gustó fue el que me dió mi árbol de Navidad:

Saber que con esfuerzo y cariño todo se puede conseguir.